Hermandades del Trabajo peregrinó al Cerro de los Ángeles

El sábado, 16 de noviembre de 2019, las Hermandades del Trabajo peregrinaron al Cerro de los Ángeles con motivo del Centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús.

El grupo reunió a más de cien personas de las Hermandades del Trabajo de diferentes puntos de España. Asistieron desde los centros de Alcorcón, de Madrid, de Valencia, Burgos y Jerez. También se encontraban miembros de la Comisión Nacional, el consiliario Nacional, Ignacio María Fernández de Torres, y Mons. Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real y obispo asesor de las HHT.

Comenzamos la jornada visitando los puntos más importantes del Cerro de los Ángeles. Los voluntarios del Centenario fueron los encargados de explicar la historia del Cerro, sus orígenes, su nombre, la importancia del papel de Santa María Maravillas y la descripción de los distintos monumentos.

Hay que mencionar la contribución de las Hermandades del Trabajo en la restauración del monumento. La frase que se puede leer en el frontal: “Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” es una versión del texto del evangelio, con la que D. Abundio García Román, fundador de las Hermandades del Trabajo quiso reflejar el carisma de éstas.

Posteriormente, asistimos a la Eucaristía del Peregrino que presidió Monseñor Antonio Algora, acompañado por el consiliario nacional, Ignacio María Fernández, y Natalino Rendo, sacerdote adscrito al centro de Madrid, junto a otros sacerdotes que concelebraron esta misa.

Homilía de Monseñor Antonio Algora

En su homilía, D. Antonio, nos recordó el llamamiento del Papa nos convoca a todos a la Jornada de los Pobres y la necesidad de pedir al Señor también por los pecadores.

“Tenemos que aludir a la fiesta que celebramos, se nos ha convocado en este día de fiesta para reconocernos pecadores arrepentidos que se saben agradecidos porque Jesús ha abierto su corazón, manando de él agua y sangre, el agua del Bautismo y la sangre de la Eucaristía

Seguía diciendo “estamos aquí llamados por el Señor. Hemos podido venir de distintos lugares para traer aquí nuestras necesidades, nuestros problemas y las realidades de nuestro mundo sabiéndonos agradecidos porque Dios nos ha perdonado y amado. (…) La reparación del Corazón de Cristo nace de esta tarea de unirnos al Señor para que el pecado del mundo vaya desapareciendo y siendo superado por el amor, y que se haga presente el reino de justicia y de paz, de Santidad de Gracia Divina.

Frase de D. Abundio García Román

Recordó D. Antonio la anécdota referida anteriormente, sobre la frase de D. Abundio, que figura inscrita en el frontal del monumento y siguió diciendo que “el Papa nos invita a fijarnos en los que trabajan y viven agobiados, para que encuentren alivio en Cristo Jesús, el desarrollo integral de sus personas y se pueda hacer posible la justicia y la paz, porque sin justicia no hay paz. Y la paz de Dios viene a decirnos a todos que tenemos que luchar por la santidad de vida.”

Justicia y Santidad son similares: hacer las cosas bien en nuestra sociedad para que, efectivamente, todos los hombres y mujeres de nuestra historia y de la historia de la humanidad vayan creciendo para desarrollar plenamente sus capacidades, las que de Dios han recibido, con el concurso y la unión de todos, para hacer posible que no haya nadie que se quede en la miseria, en la pobreza, en la exclusión, en el descarte, en la precariedad. Palabras del Papa Francisco, que son resumen de lo que nos decía San Juan Pablo II cuando nos habló del trabajo humano.

Consagración del Corazón de Cristo

¿Y esto que tiene que ver con la Consagración del Corazón de Cristo? –nos preguntaba- ¿Cómo no nos vamos a consagrar al Señor y querer recibir la herencia de sangre, de la entrega de la vida en las circunstancias más diversas en que se encuentra la iglesia a lo ancho y lo largo del mundo, para salvar a nuestros hermanos, para ofrecerles la capacidad de desarrollar todos los talentos que de Dios han recibido y que la sociedad por injusta conduce a descartes y exclusiones?”.

En sus frases finales nos decía que “en este año santo nos consagramos a Jesús, nos comprometemos con él en hacer posible su reino en medio de los hombres. Vivamos con gozo esta misión”.

Tras la Eucaristía y antes de regresar a Madrid, hubo un tiempo para visitar los monumentos, y recoger las corazonadas.