“Un nuevo mundo, una misma llamada”: 75 años de Hermandades del Trabajo (1947-2022)

España. Años 40. La sociedad de posguerra vive una gran crisis, está profundamente dividida entre los dos bandos y cada vez hay más desigualdad entre ricos y pobres. En ese contexto, los más vulnerables, quienes más necesitan un mensaje de esperanza y unión como el de Jesús, no quieren saber nada de la religión.

España. 2022. El país encadena dos grandes crisis económicas lleno de incertidumbre, polarización en las calles y derechos sociales en riesgo. Los que peor parados salen, los de siempre, los que menos tienen, no son del todo conscientes de su precariedad colectiva. El individualismo y la lógica neoliberal se ha encargado de que no se den cuenta de lo que están viviendo. Ellos, como una parte creciente de la sociedad, tampoco encuentran esperanza en el Evangelio.

En el año 1947, Abundio García Román encontró en los obreros de Entrevías una llamada: hacer vivo el mensaje de Jesucristo entre los trabajadores. 75 años después, los miembros de Hermandades del Trabajo nos sentimos identificados por su misión y renovamos nuestro compromiso con una sociedad que necesita tanto a Cristo como esos obreros de Entrevías.

¿Qué ha ocurrido entre medias? ¿Acaso nada ha cambiado en estos 75 años? Claro que sí, ha cambiado casi todo. Los movimientos cristianos hemos trabajado durante todo el siglo XX al lado de los activistas obreros, logrando hitos como los convenios colectivos, la legalización de los sindicatos, los derechos por paternidad y maternidad, las pensiones, la incorporación de la mujer al mercado laboral…

También hemos sido testigos de la industrialización de nuestro país y la digitalización de las empresas, y observamos ahora con atención fenómenos como la deslocalización del trabajo, la uberización de ciertas industrias o la fuga de talento joven.

Hermandades del Trabajo también ha evolucionado con la Historia, muchas veces siendo pionera y referente para otras instituciones. Acercamos a Cristo a una parte de la población que nadie atendía, situamos a mujeres al mismo nivel que los hombres en nuestro movimiento cuando ni las organizaciones más progresistas eran igualitarias, nos preocupamos por los trabajadores sin empleo dándoles formación, alimento, residencia y ocio, llevamos nuestra misión al otro lado del charco…

Hoy vivimos nuestra misión inspirados por el espíritu de cambio que se respira tanto al interno de la Iglesia, con el impulso del papa Francisco y su preferencia por los que menos tienen, como en la comunidad internacional, cada vez más comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En medio de esta ola, Hermandades del Trabajo nos situamos al lado de los “nuevos pobres” que genera el sistema actual: los migrantes, las mujeres, los jóvenes, los jubilados.

Es precisamente en nuestro trabajo con estos colectivos vulnerables donde más sentimos la necesidad de presentar la Buena Noticia de Jesús. Estos hombres y mujeres no tienen esperanza, ya no creen en la movilidad social y tampoco identifican a sus compañeros de precariedad como aliados para cambiar las cosas. Se encuentran solos, sin esperanza y sin Cristo. ¿No fue este el panorama en el que Abundio descubrió la llamada de Jesús?

Aunque el tiempo pase y el mundo cambie, los hombres y mujeres que compartimos el carisma de Hermandades del Trabajo seguimos encontrando en los trabajadores y trabajadoras una fuerza esencial para transformar el mundo. Empresarios, parados, empleados, estudiantes, emprendedores, jubilados… Todos somos trabajadores, en distintos momentos, que dedicamos nuestro tiempo, esfuerzo y dones a construir una sociedad más solidaria, más justa y más humana.

Pero también es en los trabajadores y trabajadoras donde más visibles son las imperfecciones de este sistema que saca a la persona del centro y la sustituye por la rentabilidad. Por eso, más que para los trabajadores, trabajamos con los trabajadores: porque son ellos quienes pueden transformar las estructuras y ponerlas al servicio del Reino.

Hoy, 75 años después de que la misión de Abundio empezase a reunir a miles de personas por todo el mundo, los hermanos y hermanas de Hermandades del Trabajo hacemos un llamado abierto a quienes quieran compartir nuestra misión.

  • Llamamos a quienes se sientan movilizados, desde la fe o desde el corazón, a cambiar el mundo a través de los trabajadores y las trabajadoras. En ellos vemos el rostro de Jesús, y con ellos nos sentimos llamados a actuar.
  • Llamamos a quienes deseen poner en práctica las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica. El estudio de la Doctrina Social de la Iglesia y de las encíclicas del papa Francisco nos impulsan a hacerlas realidad en colaboración con otros cristianos y personas de buena voluntad.
  • Llamamos a quienes busquen acción y soluciones por encima de la división y el populismo vacío. Así nos enseñó Jesús a actuar, con actos y con esperanza, y así creemos que debemos construir su Reino.
  • Llamamos a quienes quieran trabajar con los nuevos pobres para lograr con ellos la justicia social. Saber que somos hermanos y hermanas en Cristo nos hace priorizar a los miembros de nuestra gran familia que más sufren.

75 años después, en España sigue habiendo hambrientos a los que dar de comer, extranjeros a los que acoger, enfermos a los que visitar y hermanos y hermanas a los que acercar la Buena Noticia. Jesús nos llama así: respondamos juntos.