María Dolores Megina Navarro es la Presidenta Nacional de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), movimiento de la Acción Católica para la evangelización del mundo obrero y del trabajo, inserto en la Pastoral Obrera de toda la Iglesia. Movimiento hermano y coetáneo de Hermandades del Trabajo, también cumplió recientemente 75 años.
Este mes descubre en la entrevista a María Dolores, Maru Megina, como es conocida, esta mujer trabajadora y comprometida que cree que “el empobrecimiento y la deshumanización del mundo del trabajo son los grandes problemas de la sociedad de hoy.
Dos pinceladas sobre la HOAC
Nacida en el contexto del Vaticano II, la Acción Católica tiene cuatro ejes fundamentales: no tiene un fin propio, hace suyo el fin de la Iglesia, está dirigida por laicos, es como un cuerpo orgánico y mantiene un diálogo directo y un trabajo de mutua colaboración con el Obispo de la Diócesis. La HOAC es fundada en mayo de 1946, y Guillermo Rovirosa (1897-1963) el encargado de organizarla y ponerla en marcha.
María Dolores, de profesión técnico de prevención de riesgo laborales en una cooperativa de servicios sociosanitarios que engloba a cerca de 3000 personas, pertenece a la Diócesis de Jaén.
En esta entrevista hablamos del mundo obrero actual, de la Pastoral del Trabajo y de los retos que tienen que afrontar los movimientos de trabajadores cristianos
PREGUNTA: Existen diversas organizaciones de trabajadores cristianos que cubren distintos aspectos desde los que ayudar y colaborar en las problemáticas del mundo laboral ¿crees que son lo suficientemente conocidos por la sociedad?
RESPUESTA: Seguramente no. Somos organizaciones pequeñas que realizamos nuestro compromiso a nivel personal y no sólo como organización, y eso nos hace ser menos conocidas como entidades. Lo cierto es que somos necesarias para continuar llevando el evangelio al mundo obrero y del trabajo porque esa es una tarea muy específica, requiere que vivamos en profundidad nuestra espiritualidad, formación y compromiso; estar encarnados en estos ambientes donde muchas veces se dan situaciones de empobrecimiento, de precariedad que condiciona la vida de las personas y las familias.
El trabajo es un tema central, como nos dice el Papa y lo es porque ayuda a la realización de las personas y colabora en la construcción de una sociedad más justa, pero no está así presente en la conciencia de las personas, por eso es necesario que sigamos difundiendo lo que somos y hacemos.
P. Formamos parte del Departamento de Pastoral del Trabajo de la CEE y de los secretariados de Pastoral del Trabajo diocesanos, en colaboración estrecha. También de la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente. Aun así, queda camino por delante. ¿Cuáles son los retos más importantes a nivel comunitario?
R. Destacaría que seamos capaces de comunicar al interior de la Iglesia la centralidad que tiene el trabajo para la propia realización de las personas, para que puedan tener una vida digna y contribuir al bien común. Conseguir que la Pastoral Obrera y del Trabajo sea una pastoral de toda la Iglesia.
Los cristianos tenemos que ser más conscientes de este problema y darnos cuenta de la relación que existe entre el empobrecimiento y la falta de trabajo digno. De que el camino para anunciar y vivir el evangelio pasa por el testimonio y la encarnación en la vida de las personas empobrecidas.
Otro reto es seguir presentes en las realidades y organizaciones obreras, dialogar con ellas, apoyar su tarea y ayudar a que este diálogo se dé también entre las organizaciones obreras y la Iglesia institucional, con los obispos, para profundizar de manera conjunta en la problemática que afecta al mundo del trabajo.
Iglesia y organizaciones del mundo obrero tienen que caminar próximas porque todos somos corresponsables en la construcción de una sociedad más justa
Y, por último, nos proponemos trabajar de manera más concreta la transversalidad con otras pastorales como migraciones, familia, salud… etc. porque el trabajo es algo que afecta a todas las dimensiones de la persona, por eso las pastorales somos complementarias en esta tarea y esto nos puede ayudar a entusiasmarnos en la actividad pastoral
P. Aunque Hermandades del Trabajo y la HOAC tenemos en común algunos de nuestros fines, cada uno de nuestros movimientos tiene carisma propio. ¿Cree que ya estamos trabajando a nivel comunitario en esa unidad en la diversidad que se nos propone en el proceso sinodal?
R. Esa intencionalidad la tenemos desde siempre y seguimos avanzando en esa unidad desde la tarea conjunta que compartimos. Así nos hacemos presentes en espacios y plataformas, analizamos y planificamos desde la Pastoral del Trabajo la manera de hacer llegar nuestra reflexión a la sociedad y a la Iglesia. Pero el proceso sinodal nos ha ayudado a darnos cuenta de que nos queda todavía mucho por dialogar y por aprender unos de otros y nos da pistas para hacerlo.
Esto resulta muy alentador porque nos hace ver el camino para compartir sintiéndonos hermanos y hermanas que necesitan del otro para poder avanzar.
Ahora somos más conscientes de que esta es la única manera de hacer nuestra tarea, de avanzar en la comunión y de poder llevar esa Buena Noticia al Mundo del trabajo.
P. ¿Cuál es el problema más acuciante de la sociedad española que nos debe movilizar en estos momentos?
R. Podríamos decir que los dos grandes problemas son el empobrecimiento y la deshumanización que se han agravado en los últimos años con las distintas crisis. Nuestra sociedad está dominada por un sistema social y económico que se ha hecho cultura y que es contrario al proyecto que el Padre tiene para nosotros porque genera estructuras de injusticia.
La consecuencia es que la persona no es el centro de todo, sino que lo es el dinero. Esto provoca el descarte de personas. El egoísmo y el individualismo son los valores dominantes junto al consumismo, lo que nos impide entender que estamos hechos para todo lo contrario, para la comunión.
De ahí llegamos a los problemas concretos: la desigualdad, la precariedad laboral y vital que lleva a la exclusión y a la desvinculación de muchas personas a las que les faltan los medios necesarios para vivir con dignidad.
Y en ese contexto, conseguir que todos accedamos a un trabajo que sea digno es elemento fundamental para superar estos problemas, hacer que las personas sean protagonistas de sus propias vidas; que descubran cuál es la raíz de sus dificultades y que, junto a otros, pueden cambiar las cosas. Esa es nuestra tarea y la de toda la Iglesia; hacer ver que el mensaje que Jesucristo nos propone es camino de vida para vivir la fraternidad.
P. ¿Cómo animaría a otros laicos comprometidos a que se unieran a nuestra labor común de acercar a Jesús al mundo del trabajo desde alguno de nuestros movimientos?
R. En lo concreto, es importante apoyar y acompañar procesos de formación de la Doctrina Social de la Iglesia en nuestras parroquias y comunidades y ahí colaborar ofreciendo nuestras publicaciones, proyectos formativos, reflexiones… para profundizar en la propuesta del Evangelio, en lo que significa el trabajo digno y concretar la vivencia de la caridad política.
Es necesario mantener encuentros de cristianos y cristianas comprometidos en la vida pública, en la realidad sociopolítica: partidos políticos, sindicatos, asociaciones de vecinos etc., para compartir nuestra tarea evangelizadora en esos espacios y apoyarnos mutuamente.
Y continuar impulsando que la pastoral del trabajo analice la problemática de la realidad obrera, que sirva de plataforma de coordinación y acción conjunta y ayude a promover la implicación de toda la Iglesia en esta realidad.
Por Guadalupe Mejorado
La entrevista a María Dolores Megina ha sido previamente publicada en nuestra revista “A Hombros de Trabajadores”, N.º 5. Febrero 2024, en papel y pdf digital