Pregón de Navidad 2025: Rafael Rodríguez-Ponga, Navidad, la palabra, la fe y la espera, más allá del calendario

Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca fue el Pregonero de la Navidad 2025 de Hermandades del Trabajo de Madrid el 21 de diciembre, cuarto domingo de Adviento. Abrió la jornada una Eucaristía, y puso el broche Concierto Navideño ofrecido por el Coro Juvenil de Hermandades del Trabajo. Un año más, recibimos la Navidad con un mensaje profundo y entrañable que nos preparaba para la venida del Niño Dios.

La celebración del Pregón de Navidad comenzó con la Eucaristía, presidida por Ramón Llorente, consiliario diocesano, quien en su homilía nos situó en el contexto histórico de las profecías de Isaías y nos invitó a ser valientes, como los profetas, y a confiar, como supieron hacerlo María y José. La profecía de la Isaías se cumple ocho siglos más tarde con el nacimiento de Jesús.

Ramón Llorente, durante la Eucaristía del Pregón de Navidad. Foto HHT Madrid.

Antes del inicio del Pregón, los presidentes diocesanos, María de los Ángeles Sobrino y José David Belén, dieron la bienvenida a los asistentes. Fue también un momento especialmente emotivo, marcado por el recuerdo y el homenaje a Juan González Castejón, director de A Hombros de Trabajadores y del Gabinete de Medios de Comunicación, además de impulsor de estos Pregones de Navidad.

Era un reconocimiento de su legado con un cálido aplauso, como al gran actor que fue, con la esperanza de que pudiera escucharlo desde el cielo.

 

María de los Ángeles Sobrino y José David Belén, presidentes diocesanos de Hermandades del Trabajo-Centro de Madrid.

Estas fueron sus palabras: 

Juan González Castejón, que nació un 25 de diciembre de 1947 nos dejó el 3 de agosto. Fue durante muchos años militante, director del Gabinete de Medios de Comunicación, director de “A Hombros de Trabajadores”, suplemento informativo de Hermandades del Trabajo-Centro de Madrid, y director de grupos de Teatro de HHT Madrid. Con buenas ideas e iniciativas, impulsó estos Pregones de Navidad por los que han pasado personalidades de los medios de comunicación de España y hombres y mujeres de Iglesia, tanto laicos como religiosos.

Fue un excelente director del Gabinete de Medios en el que dejó su impronta, pero, su verdadera vocación, y por la que llegó a Hermandades, fue el teatro. Cientos de obras se desarrollaron con él como actor, como guionista y como director, especialmente, el Grupo de Teatro Pablo Mateos.

Como actor, como organizador desde el Gabinete de Medios de numerosos eventos, entre ellos el Pregón de Navidad, su labor comunicativa -videos, fotos, sus llamativos carteles, etc- con su simpatía, sencillez y trato amable, hizo más feliz la vida de muchas personas. Fue, además, muy cercano a D. Abundio, su guía y mentor. Pero, sobre todo, será recordado como un hombre bueno. Y, como se hace con los buenos actores, queremos recordarle hoy con un aplauso que esperamos oiga desde el cielo.

El pregonero de este año fue Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca, escritor y exrector de la Universitat Abat Oliba CEU Barcelona, con una amplia trayectoria en la Administración y en el ámbito educativo. Entre otras responsabilidades, fue secretario general del Instituto Cervantes entre 2012 y 2018. El propio Rodríguez-Ponga adelantó el enfoque de su intervención: observaciones lingüísticas, históricas y antropológicas, para concluir con una reflexión religiosa.

 

Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca, pregonero de la Navidad 2025. Foto HHT Madrid.

El pregón resultó didáctico y profundo. A lo largo de su exposición recorrió el rico vocabulario navideño, explicó el origen de las fechas de la Navidad y la influencia de los calendarios, los ciclos de trabajo y las costumbres. En clave religiosa, subrayó las respuestas a la llamada de Dios de María, José, los pastores y los Magos. Cerró su intervención con una cita de don Abundio.

La jornada concluyó con la actuación del Coro Juvenil de Hermandades del Trabajo de Madrid, que puso el broche festivo con canciones navideñas que todos acabamos coreando, y algunos bailando.

Aquí puedes leer el Pregón de Navidad completo:

PREGÓN DE NAVIDAD

HERMANDADES DEL TRABAJO DE MADRID

Madrid, 21 de diciembre de 2025

Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca

“Señoras y señores:

A estas alturas del año, estamos terminando el Jubileo de la Esperanza, que ha estado lleno de actividades. El jubileo es el tiempo especial que la Iglesia nos ofrece, cada 25 años, para vivir experiencias religiosas y para obtener la gracia del perdón de los pecados con la indulgencia jubilar, que limpia y libera de todas las consecuencias de los pecados.

Este año, por ese motivo, algunos de nosotros hemos ido en peregrinación a Roma y el Vaticano. Nosotros fuimos en mayo, con motivo del Jubileo de los Trabajadores. El programa tuvo que alterarse, pues en esos días nos encontramos con el Vaticano como sede vacante, por el fallecimiento del papa Francisco, cuya tumba visitamos; y así vivimos unos días excepcionales, justo cuando el Cónclave de cardenales decidía el futuro de la Iglesia, finalmente con la elección del papa León XIV. Para Maribel y para mí, vivir la peregrinación del Jubileo de la Esperanza con las Hermandades del Trabajo ha sido algo inolvidable. Hemos conocido mejor sus propuestas de apostolado en el mundo del trabajo y su gran equipo humano, hemos participado en actividades culturales y hemos valorado su sentido al servicio de la Iglesia y de las personas.

 

Agradezco mucho la invitación formulada por el administrador general Fernando García Adrianzén y por Guadalupe Mejorado, responsable de comunicación, para pronunciar el pregón de Navidad, en este cuarto domingo de Adviento.

En este pregón, haré unas observaciones lingüísticas, para seguir con otras históricas y antropológicas, para terminar con unas observaciones religiosas.

Empecemos por las observaciones lingüísticas de la Navidad

La palabra Navidad es un acortamiento por síncopa de la voz natividad, del latín nativĭtas, -ātis. La supresión de sonidos en el interior de una palabra -como en este caso suprimir ti– se llama síncopa: Natividad > Navidad.

Por su parte, Adviento viene también del latín, de adventus ‘llegada’. Así el Adviento, más que ‘espera’, es etimológicamente el tiempo en que ‘adviene’, llega o sucede el gran acontecimiento de la natividad de Cristo.

Natividad está relacionada con nativo, derivado del latín natus, es decir, ’nacido’, del verbo nascĕre > nacer, y de ahí sus derivados nato, neonato, neonatología; otros derivados como natura, natural, naturaleza; natal –es decir, ‘relativo al nacimiento’, que en otros tiempos también se usó para la Navidad, como pervive hoy en el catalán nadal-; por supuesto, tenemos el derivado navideño; y otros vocablos más como nación ‘lugar o grupo en el que se nace’, y a partir de ahí nacional, internacional.

También decimos Pascua y esto merece una explicación. Pascua es una palabra que procede del latín y del griego de los antiguos cristianos, y del hebreo. La Pascua es la fiesta más solemne de los judíos, celebrada en primavera, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto. Dado que la Pasión y la Resurrección fueron en tiempos de la Pascua judía, los cristianos celebramos el Domingo de Pascua, la Pascua de Resurrección.

El contenido semántico de ‘fiesta solemne de gran relevancia’ se trasladó a otros tres momentos: la Pascua de Navidad, por el nacimiento de Cristo; la Pascua de Epifanía, por la adoración de los Reyes Magos, el 6 de enero (que se celebra también como Pascua Militar); y la Pascua de Pentecostés, por la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles con el don de lenguas.

La palabra Pascua triunfó de tal manera para referirse a la Navidad que en las lejanas islas Filipinas se dice Pasko en tagalo, y en las islas Marianas se dice Pasgua en chamorro.

Además, para referirnos a este periodo entre el fin del Adviento y la Epifanía, solemos utilizar el plural. Así, las Navidades y las Pascuas son sinónimos.

Vemos que el campo es amplísimo: La ‘representación del nacimiento de Jesús con figuras’ recibe los nombres de nacimiento, belén, pesebre o portal, según las regiones y las familias; las ‘canciones de tema navideño’ o que ‘se cantan especialmente en Navidad’ son villancicos; los dulces típicos son turrón, mazapán, polvorón, etc. Hay un amplio vocabulario navideño.

Desde una perspectiva histórica

Hagamos ahora unas observaciones históricas.

En estas fechas, es frecuente oír diferentes puntos de vista: si son realmente celebraciones cristianas, si son fiestas paganas cristianizadas, si por el contrario son fiestas religiosas hoy descristianizadas por la sociedad de consumo…

He reflexionado, desde hace tiempo, sobre esta cuestión. Es un tema complejo.

Para empezar, los Evangelios no nos dicen el día en que nació Jesús. Nos dan una precisión geográfica: Belén, en Judea, en el actual territorio de Palestina. Y nos dan una referencia temporal: «un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio» (Lc 2, 1), lo que se presta a interpretaciones, porque Augusto fue muy longevo. No solo fue el primer emperador de Roma, sino que reinó durante 40 años, nada menos, creando una época de estabilidad que se llamó Pax Romana o Pax Augusta. En ese contexto, nació Jesús.

Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca, pregonero de la Navidad 2025. Foto HHT Madrid.

Tres siglos después, el emperador Constantino, con su edicto de Milán del año 313, dio libertad a los cristianos y terminó la dura etapa de persecuciones y martirios.

La fiesta del nacimiento de Cristo podía celebrarse libremente.

¿Cuándo hacerlo? Decidieron que fuera al inicio del invierno y así nació la Navidad, en torno ciertamente al solsticio de invierno. Los solsticios son los «dos momentos anuales en que el Sol se halla en uno de los dos trópicos, lo cual sucede del 21 al 22 de junio para el de Cáncer, y del 21 al 22 de diciembre para el de Capricornio, y en los que la diferencia entre la duración del día y de la noche es mayor». O sea, hoy mismo es el solsticio de invierno o de Capricornio.

¿Cuándo celebrar la Navidad? Lc 2, 8 dice que «había unos pastores que pasaban la noche al aire libre», lo que hace suponer que no hacía tanto frío. No parece que fuera invierno, pero tampoco nos dice otra fecha. Los Evangelios canónicos y los Evangelios apócrifos nos dan otros datos. Por ejemplo, los apócrifos nos añaden la presencia de la mula y el buey, o los nombres de Ana y Joaquín como los padres de la Virgen María.

Así, desde el siglo IV, más o menos, la Navidad se celebra en diciembre; pero observemos que diciembre es etimológicamente el mes décimo y, sin embargo, resulta que hay 12 meses. ¿Por qué? Porque los antiguos romanos tenían un año de diez meses, no doce. El año empezaba en marzo, dedicado a Marte, el dios de la guerra, la juventud y la primavera; y terminaba en diciembre. Se dieron cuenta de que el año de diez meses era insuficiente. Y añadieron dos meses de invierno. Enero recibió su nombre de Jano, el dios de los inicios y los fines. De Jano, Ianus, se deriva Ianuarius y de ahí el francés Janvier, el inglés January, el catalán gener, el portugués janeiro y el español enero.

Al fijar el calendario cristiano con base en el calendario romano (el calendario juliano), ¿qué festividad es la que debería dar comienzo al año, el 1º de enero? ¿El nacimiento de Jesús? No.

Se consideró que lo más importante es la circuncisión del Señor. Dice Lc 2, 21: «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús». El 1º de enero, por tanto, comienza el año, cuando el Niño-Dios recibe el nombre de Jesús. Por eso, el 1º de enero es tan importante. Ese día también celebramos los católicos la fiesta de Santa María, Madre de Dios, y la Jornada Mundial de la Paz.

En la actualidad, los judíos mantienen la norma de la circuncisión en el octavo día del nacimiento.

En consecuencia, la celebración del nacimiento, Natividad o Navidad ha de ser una semana antes de la circuncisión: el 25 de diciembre. Así de fácil.

Y a partir de ahí, las celebraciones modernas adquirieron los nombres de Nochebuena para la víspera de Navidad; y Nochevieja para la víspera de Año Nuevo, aumentando así nuestro vocabulario navideño.

Sin embargo, hasta hoy no hay acuerdo total entre los cristianos sobre el calendario. La razón está en la reforma del calendario por el papa Gregorio XIII, con el llamado calendario gregoriano en el siglo XVI. Actualmente los ortodoxos celebran la Navidad en nuestro 7 de enero. Hay un desfase de varios días, a lo largo de todo el año.

El papa León XIV, en su reciente viaje a Turquía y Líbano, ha propuesto que, en 2033, al cumplirse los dos mil años de la muerte y Resurrección de Cristo según el calendario, todos los cristianos hagamos la misma celebración de Pascua en Jerusalén, la ciudad de la Resurrección. La reunificación del calendario de todas las iglesias cristianas será un acontecimiento universal.

Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca, pregonero de la Navidad 2025. Foto HHT Madrid.

Desde una perspectiva antropológica

Queda otra respuesta a la pregunta de ¿Por qué eligieron diciembre para celebrar la Navidad?

Mi interpretación, además de la ya mencionada, es también antropológica, es decir, tiene que ver con los ritmos de los trabajos de las sociedades de las regiones del Mediterráneo y de Europa en general.

Los cristianos celebran la Navidad cuando la familia puede estar reunida, cuando han terminado las cosechas y la vendimia, cuando los cazadores vuelven a casa, cuando los trabajos habituales al aire libre no se pueden llevar a cabo, cuando los caminos resultan intransitables por el frío y las alimañas, cuando muchos pueblos y parajes quedan aislados durante semanas o meses, porque la nieve y el hielo cubren gran parte de los territorios europeos.

Es justo, en esta parte del año, el momento de disfrutar de los frutos secos que da la naturaleza para pasar el invierno (almendras, nueces, castañas) y otras frutas, como el membrillo; convertidos en dulces navideños.

Cuando los días tienen pocas horas de luz y las horas de noche son muy largas, cuando el frío impide las labores,  entonces la casa o la cueva, la lumbre o la chimenea se convierten en el centro de la vida humana. Por algo, la palabra hogar viene de focus ‘fuego’.

Entonces, lo más importante es la reunión de la familia como grupo natural. Es el momento de comprobar que todos estamos bien, que hemos vuelto al hogar, que los recolectores, los cazadores, los agricultores, los vendimiadores, los guerreros; las artesanas y las vendedoras han cesado en sus actividades y vuelven a casa.

Ese regreso a casa es alegre y festivo. Los romanos y otros pueblos tenían fiestas de fin de año, por estas razones que explico.

Aquellos antepasados nuestros irían llegando al hogar con lo que habían conseguido: unas pieles para abrigarse contra el frío, unos dulces de almendras o membrillo, o tal vez algún objeto adquirido en tierras lejanas. Son los regalos propios de las fechas navideñas, como gesto de amor y de supervivencia.

La Navidad actual como reunión familiar responde, por tanto, a mi juicio, a un profundo sentido antropológico, a una necesidad humana de recogimiento en los días más oscuros del año, de gratitud por el año que termina y de reflexión ante el año que empieza.

Por eso, es el momento de unas vacaciones escolares y laborales.

Es el momento de celebrar la familia. Y de dar gracias a Dios. Y, evidentemente, de dar gracias a la Sagrada Familia. Es el mejor momento para celebrar el nacimiento de Cristo.

Desde una perspectiva religiosa

Así, por fin, llegamos a las observaciones religiosas. El nacimiento de Jesús, Dios Hijo, por voluntad del Padre, viene de la decidida respuesta de María al anuncio del arcángel: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). En su visita a su parienta Isabel, María pronunció el Magnificat, que merece una lectura detenida, reflexiva, sosegada. María era consciente de su papel.

De la misma forma, José escuchó al ángel. Lo dice el Evangelio: «Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer» (Mt 1, 24). Después, José también escuchó a los ángeles o enviados del Señor para huir a Egipto, para volver de Egipto y para establecerse después en Nazaret.

Igualmente, los pastores hicieron lo que les dijo «un ángel del Señor [que] se les presentó» (Lc 2, 9) y los Magos de Oriente obedecieron las señales: «Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (Mt 2, 2). Y más adelante: «habiendo recibido en sueños un oráculo, se retiraron a su tierra por otro camino» (Mt 2, 12). Aquellos personajes, llamados Reyes Magos, regalaron al Niño oro, incienso y mirra y son el inicio de nuestra maravillosa tradición del 6 de enero, de claras raíces evangélicas.

Los trabajadores, ya fueran pastores, probablemente analfabetos, ya fueran estudiosos o sabios -los Magos– respondieron afirmativamente al recibir los mensajes sobre el nacimiento del Niño.

Observamos, por tanto, en nuestra historia de Salvación un conjunto admirable de respuestas positivas a la llamada divina. María, José, los pastores y los Magos supieron recibir y responder la llamada de Dios, cada uno en su momento.

Como he dicho antes, la visión religiosa tiene un fondo antropológico, vinculado a la realidad del trabajo de cada cual. Estos aspectos son importantes para subrayarlos hoy, en las Hermandades del Trabajo, creación del sacerdote cacereño don Abundio García Román, hoy en proceso de canonización.

Don Abundio quería «buscar el encuentro de los trabajadores con Cristo» y «vivir la fraternidad, hacernos más persona, promocionarnos como trabajadores, construir una sociedad más justa, compartir cuanto somos y tenemos». Este es, en realidad, un maravilloso propósito navideño, que nos inspira a todos en nuestra vida cristiana.

Señoras y señores:

Les deseo una feliz y santa Navidad y un próspero año 2026.

Muchas gracias.”

Coro Juvenil de las Hermandades del Trabajo. Foto: HHT Madrid.

Terminamos con el animado recital de villancicos del Coro Juvenil de las Hermandades del Trabajo-Centro de Madrid, al que nos unimos todos cantando con ellos. El Coro Juvenil empezó su actividad hace algo más de un año y está abierto a acoger nuevas voces.

OTROS PREGONES: