Como cada año, la Comisión Nacional de España de las Hermandades del Trabajo publica su Manifiesto por el 1º de Mayo, este año bajo el lema, “Hermandades del Trabajo, 70 años al servicio de los trabajadores”.
Desde nuestros inicios en julio de 1947 nada de lo que ocurre en el mundo del trabajo nos ha sido ajeno. Cada Primero de Mayo, fiesta de San José Obrero, las HERMANDADES DEL TRABAJO han venido denunciando las situaciones de injusticia, desigualdad y explotación que padecen nuestros hermanos trabajadores. En el marco de la celebración del 70 aniversario de nuestra fundación, constatamos que los derechos de los trabajadores se siguen vulnerando gravemente. Esta realidad apremiante nos obliga a continuar reclamando un trabajo digno y a seguir combatiendo las situaciones de dolor y pobreza a través de acciones, obras y servicios que buscan el desarrollo integral de la persona. No en vano insistía nuestro fundador, D. Abundio García Román, “Cristo vendrá al mundo a hombro de trabajadores”, parafraseando a Giuseppe Toniolo, apóstol italiano.
LA REALIDAD DEL TRABAJO ACTUAL NOS SIGUE INTERPELANDO
El actual mercado de trabajo y su regulación legal deja puertas abiertas a una explotación, especialmente de los trabajadores menos cualificados, que son los más vulnerables. La reforma laboral ha precarizado, y sigue haciéndolo, el trabajo de tal modo que muchas personas trabajadoras tienen que asumir condiciones laborales y salariales injustas e indignas a pesar del relativo crecimiento económico y reducción de las cifras del paro.
Lo cierto es que hay un porcentaje excesivo de contratación temporal, los salarios se han reducido, la economía sumergida alcanza niveles como nunca, propiciando una contratación ilegal. Las coberturas sociales han disminuido y para muchas personas el trabajo no es un medio para salir de la pobreza que les permita tener una vida digna para él y su familia, con un desarrollo integral en todos los ámbitos: laboral, social, cultural, espiritual, ocio y tiempo libre, dificultando seriamente la conciliación familiar y laboral, imposibilitando a participar en actos de integración con otros trabajadores.
La situación actual se ve agravada por los grandes escándalos de corrupción que han llevado a un descrédito del sistema actual con algunos políticos, empresarios y sindicalistas corruptos que sirven a sus propios intereses más que al bien común. Otra situación injusta es la política fiscal que grava más las rentas del trabajo que las del capital.
Por otro lado, las mujeres, los inmigrantes, los mayores de 45 años y los jóvenes siguen sufriendo la discriminación en el
mercado de trabajo. A esto se ha sumado el desarrollo tecnológico que avanza a pasos agigantados con criterios y fines mercantilistas, promoviendo una cultura del “descarte”.
Asistimos en estos últimos tiempos a la llegada masiva de refugiados, hermanos nuestros que provienen de países en conflicto y guerra, buscando un trabajo para asegurar su futuro y el de su familia, situación que ha generado en Europa tensiones y miedos, que deben llevar al compromiso real, la solidaridad y la responsabilidad de todos.
COMPROMETIDOS CON LA JUSTICIA SOCIAL Y EL BIEN COMÚN
Ante esta situación como trabajadores cristianos y ciudadanos comprometidos con la justicia social y el bien común:
1.- Reivindicamos con voz potente y clara la necesidad de un sistema de relaciones laborales más justas y solidarias, que garantice plenamente el derecho a un trabajo digno. Por ello reclamamos unas condiciones laborales que no sean contrarias a la familia y a la vida social, cultural y espiritual de los trabajadores. “El trabajo es sagrado. Por eso la gestión de la ocupación es una gran responsabilidad humana y social, que no puede ser dejada en las manos de pocos o descargado sobre un ‘mercado’ divinizado. Causar una pérdida en puestos de trabajo significa causar un grave daño social” (Papa Francisco).
2.- Reclamamos un sistema económico que realmente esté al servicio de la persona y la sociedad, garantizando que la riqueza generada por el trabajo favorezca fundamentalmente a los trabajadores y al bien común. Una economía que produzca lo suficiente, de manera sostenible, no una economía que genera un deterioro ecológico imparable e irreversible basada en el consumismo y el despilfarro. En definitiva, una economía y una política que tengan al hombre, en su plenitud de hijo de Dios, en el centro, poniendo a su servicio y al de toda la sociedad todo lo demás.
3.- Promovemos una formación integral humana y cristiana a través de la capacitación laboral y profesional como instrumento para dignificar a los trabajadores. Exigimos a las Administraciones Públicas que destinen fondos para este fin los cuales deben estar bien empleados, gestionados y supervisados.
“Afirmamos que el trabajo en todas sus formas es la virtud humana más fundamental”.
COMISIÓN NACIONAL DE ESPAÑA.